Un bel morir

“Es seguir viviendo lo que me cuesta trabajo, no morir.”

Esta iba a ser la historia final del personaje de Maqroll el Gaviero. Es por eso que le encontramos preparándose para, o quizás buscando, “un bel morir” recordando tiempos mejores en un paisaje que le recuerda al de su niñez mientras pasa su tiempo como mejor puede.

“Se trataba en estos (encuentros amorosos) de seguir un proceso semejante al de los alquimistas, destinado a conservar algunas zonas imprescindibles de su nostalgia, sin permitir que se impregnasen del presente sin rostro, ni perdiesen la virtud de salvarlo del lento deslizarse hacia la nada cuya certeza lo atormentaba a menudo.”

La historia de sus dos anteriores entregas, con otros personajes, otras tierras y otras aventuras, se repite aquí con parecidos buenos y malos, similares mujeres protectoras, lúcidas e independientes y con un Maqroll siempre necesitado de aventuras, sin importarle su inutilidad o peligrosidad, incluso buscándolas, que le hagan sentir vivo en ese tiempo de tragedia que es envejecer sintiendo a un eterno muchacho en su interior. Posiblemente estas repeticiones sean la causa de que sea esta la que menos me ha gustado de las tres, cuestión de orden de lectura.

“Estoy un poco cansado de tanto andar. Estos intentos en que se empeñan los hombres para cambiar el mundo, los he visto terminar siempre de dos maneras: o en sórdidas dictaduras indigestadas de ideologías simplistas, aplicadas con una retórica no menos elemental, o en fructíferos negocios que aprovechan un puñado de cínicos que se presentan siempre como personas desinteresadas y decentes empeñadas en el bienestar del país y de sus habitantes.”