La Nieve Del Almirante de Álvaro Mutis
Pasamos los rápidos sin mayor percance, pero fue una prueba en muchos aspectos reveladora de la imagen que hasta ayer tenía del peligro y de la presencia real de la muerte. Cuando digo real me refiero a que no se trata de ese fantasma que solemos invocar con la imaginación y darle cuerpo con elementos tomados del recuerdo de quienes hemos visto morir en las más variadas circunstancias. No. Se trata de percibir con plenitud de nuestra conciencia y de nuestros sentidos la proximidad inmediata e irrebatible del propio perecer, de la suspensión irevocable de la existencia. Allí, al alcance de la mano, irecusable. Buena prueba, larga lección. Tardía, como todas las lecciones que nos atañen directa y profundamente.
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