Breve elogio de la errancia

Cuando vi el título de este ensayo lo apunté en mi lista de futuras lecturas porque es un tema que me interesa, o por lo menos es lo que pensaba hasta que lo leí y me di cuenta de que no era exactamente la errancia en la que estaba pensando.

El comienzo del libro me gustó mucho, un análisis detallado del principio de la película “Yojimbo” de Kurosawa en la que se ve a un ronin (un samurai que se ha quedado sin dueño) dirigiéndose hacia la cámara, en lo que podría definirse como una etapa errante de su vida. Y justamente en ese vagar pensaba yo cuando se hacía referencia a la errancia del título, pero de esta primera reflexión el autor salta a otras tantas que hacen referencia a la cultura japonesa en determinados ámbitos y su identidad como pueblo, es decir, que el ensayo trata más sobre una errancia metafórica, de la deriva que está llevando su país en este último siglo, como indica este extracto del libro:

“Es este esfuerzo de ausencia voluntaria, de desarraigo querido, de distanciamiento activo con respecto a su medio que parece siempre natural, es, pues, esta manera de alejarse de sí mismo -aunque solo fuera momentánea y provisionalmente-, de separarse de lo natal, lo nacional, y de lo que, más en general, le ancla a una estrechez identitaria, es eso sobre todo lo que yo llamaría errancia.”

Así que al final, aunque es bastante cortito (unas 150 páginas) me costó más de lo que pensaba, porque las diatribas filosóficas sobre la identidad y las actitudes japonesas frente a determinados temas políticos me interesaban algo menos. Lo bueno es que en la última parte hace referencia a la lengua como elemento fundamental para conocimiento de un pueblo y apertura de miras, porque conociendo otros idiomas puedes llegar a saber cómo piensan otros pueblos y eso te enriquece. Y lo cierto es que estoy bastante de acuerdo con estas apreciaciones, creo que la lengua es un elemento clave de la cultura y conocer otras lenguas te ayuda a ver con perspectiva incluso tu propia cultura.