Breve elogio de la errancia de Akira Mizubayashi
La lengua no es una propiedad privada. Es una tierra generosa sin propietario donde se celebra una fiesta permanente con entrada gratuita. La lengua es la cosa y, al decir esto, siento la necesidad de decir de inmediato que no es lo mismo que una cosa, la lengua es por tanto una cosa que te eleva, atrevámonos con la palabra, al comunismo absoluto, es decir, una cosa que es, más allá de la situación babélica del mundo, lo más universalmente compartido y compartible, más que el cielo que miramos, más que el aire que respiramos. ¡Qué regocijante y consolador saber que no estamos fatalmente y para siempre encerrados en una sola lengua, que no somos inevitablemente prisioneros de la cultura propia!
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