Quiero, al resplandor del pino, tener y besar tu cara, y hallarla limpia de tierra, y con amor y con lágrimas. Araño en la ruin memoria; me desgarro y no te encuentro, ¡y nunca fui más mendiga que ahora sin tu recuerdo! |
Quiero, al resplandor del pino, tener y besar tu cara, y hallarla limpia de tierra, y con amor y con lágrimas. Araño en la ruin memoria; me desgarro y no te encuentro, ¡y nunca fui más mendiga que ahora sin tu recuerdo! |
[...] busco esta noche tu rostro, palpo mi alma y no la encuentro. ¿Cómo eras cuando sonreías? ¿Cómo eras cuando me amabas? ¿Cómo miraban tus ojos cuando aún tenían alma? ¡Si Dios quisiera volvérteme por un instante tan solo! ¡Si de mirarme tan pobre me devolviera tu rostro! |
Tengo miedo y tengo amor, ¡amado, el paso apresura! Iba espesando la noche y creciendo mi locura. Me olvidé de que te hicieron sordo para mi clamor; me olvidé de tu silencio y de tu cárdeno albor [...] |
Si te vas, hasta en los musgos del camino rompes mi alma; te muerden la sed y el hambre en todo monte o llanada y en cualquier país las tardes con sangre serán mis llagas. Y destilo de tu lengua aunque a otra mujer llamaras, y me clavo como un dejo de salmuera en tu garganta; y odies, o cantes, o ansíes, ¡por mí solamente clamas! |
El amor nos fingió un lecho, pero era solamente tu garfio vivo y tu leño desnudo. Creímos que corríamos libres por las praderas y nunca descendimos de tu apretado nudo. |
Yo mi amor escondí en mis venas. ¡Para mí no ha de haber piedad! ¡Oh, creyendo haber dado tanto ver que un vaso de hieles di! El que vierto es tardío llanto. Por no haber llorado, ¡ay de mí! |
Creo en mi corazón, el que no pide nada porque es capaz del sumo ensueño y abraza en el ensueño lo creado ¡inmenso dueño! |
No beses: siempre queda, por maldición extraña, el beso al que no alcanzan las entrañas. |
Todo lo que tú amas en tierra y en cielo, está entre sus labios, pálidos de anhelo. |
¿Con qué frase empieza esta novela?