Recuerda, el amor que no implica sinceridad no merece el nombre de amor.
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Recuerda, el amor que no implica sinceridad no merece el nombre de amor.
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—Del amor. De que a menudo confundimos el amor con los fuegos artificiales. Con dramatismo y disfunción. Pero el amor de verdad es muy tranquilo, muy callado. Es aburrido, si se contempla desde la perspectiva del dramatismo exacerbado. El amor es profundo y calmado…, y constante.
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no me había salvado; era incapaz de salvar a nadie. No era una heroína a la que admirar, solo una cría asustada y jodida, una puta mentirosa. Toda esa mitología del «nosotros» que yo había construido, nuestras esperanzas y nuestros sueños, nuestros gustos, nuestros planes para el futuro; una vida que parecía tan segura, tan sólida, de repente se desmoronaba en cuestión de segundos. Como un castillo de naipes en una ráfaga de viento.
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nuestra capacidad de contenernos es directamente proporcional a la capacidad de nuestra madre de contenernos: si ella nunca experimentó la contención procedente de su madre, ¿cómo va a enseñarnos lo que nunca aprendió? Alguien que no ha aprendido a contenerse se verá acosado por sentimientos de angustia el resto de su vida, unos sentimientos que Bion definió con mucho acierto como un «terror sin nombre». Y una persona así buscará sin pausa esa contención insaciable en fuentes externas: necesitará siempre una copa o un porro para aliviar un poco su angustia permanente. De ahí mi adicción a la marihuana.
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En el corazón de todo arte reside un misterio.
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Atrapé un copo de nieve. Lo vi desaparecer, disolverse en la punto de mi dedo. Sonreí. Quise atrapar otro. (Pág. 273) |
Recuerdo que pensé que ya no había vuelta atrás. Estábamos derribando hasta la última barrera entre psicoterapeuta y paciente. Pronto sería imposible discernir quién era quién. (Pág. 311) |
A menudo confundimos el amor con los fuegos artificiales. Con dramatismo y disfunción. Pero el amor de verdad es muy tranquilo, muy callado. Es aburrido, si se contempla desde la perspectiva del dramatismo exacerbado. El amor es profundo y calmado..., y constante. (Pág. 127) |
Su silencio era como un espejo: te devolvía tu propio reflejo. (Pág. 118) |
¿Quién escribió «Agnes Grey»?