Bartleby, el escribiente y otros cuentos de Herman Melville es una colección de cinco cuentos únicos en estilo y trama. En Bartleby, el escribiente, el narrador es un juez auxiliar en cuya oficina tiene a su cargo tres empleados, dos son copistas y un muchacho encargado de los recados. Los describe bajo sus apodos, Turkey, Nippers y Ginger Nut. El primero, Turkey, se tornaba autoritario después de las doce y media pasado meridiano. En cambio, Nippers presentaba manías con el uso de su mesa de copista la cual siempre estaba modificando, y su actitud sarcástica por las mañanas. Por las tardes, este comportamiento era muy leve. Ambos empleados enviaban a Ginger Nut a comprar pasteles de manzana Spitzenberg. Posteriormente, el juez recibió y contrató a un tercer copista, Bartleby quien era muy eficiente; sin embargo, escribía sin emoción alguna. Todo marchaba así hasta que el juez decidió revisar junto al copista los documentos, a lo que Bartleby respondió que preferiría no hacerlo, frase enigmática y única del escribiente a todo lo que se le solicitaba realizar. A partir de ahí, para cualquier tarea asignada esa sería su respuesta. Y no solamente a los deberes en el trabajo, realmente no salía ni para comer ni a ningún otro sitio. Para sorpresa del juez, un domingo encontró al escribiente en la oficina por lo que se convenció éste tenía como vivienda la misma oficina. Ante la negativa de proceder a lo solicitado en horas de trabajo, el juez intento despedir a Bartleby a lo que responde con la misma frase. Toma medidas extremas para deshacerse de Bartleby lo cual lo lleva a un inesperado desenlace. En El campanario, el arquitecto Bannadonna se vanagloria de su creación y permanece indiferente al dolor humano en la construcción de su obra. En Los dos templos, un personaje intenta entrar a la reunión religiosa sin éxito y accede por la puerta pequeña la cual termina llevándolo a un sitio insólito. En la segunda narración, aunque el mismo personaje es contratado para acompañar a dos mujeres a Londres es abandonado a su suerte una vez que ellas deciden seguir el consejo de permanecer en la ciudad inglesa y despedirlo. Este joven recibe un inesperada bienvenida por parte de los habitantes de la ciudad. En El hombre pararrayos, un hombre en su propiedad no cede por nada del mundo a adquirir un objeto inútil para él. En El violinista, el escritor reflexiona acerca de las críticas recibidas. Me interesa leer Moby Dick en un futuro y a partir de haber leído estos cuentos, me atrae más esta idea. Muy recomendables, y aunque algunos cuesta un poco comprenderlos no dejan de ser intrigantes.
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