Por primera vez en mi vida supe lo que era la auténtica belleza. Olvidé mi misión, mi inquietud por Victor, el temor experimentado ante las nubes que me habían rodeado todo el día. En verdad que éste era el fin del viaje.
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Por primera vez en mi vida supe lo que era la auténtica belleza. Olvidé mi misión, mi inquietud por Victor, el temor experimentado ante las nubes que me habían rodeado todo el día. En verdad que éste era el fin del viaje.
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No guardaban silencio por un voto que los había condenado a la oscuridad, sino por la paz que la montaña les otorgaba, filtrándose en su espíritu como un solo ser. No había necesidad de hablar si una sonrisa o una mirada ya transmitían el mensaje y el pensamiento; si la risa, siempre triunfante, emanaba del centro del corazón, nunca reprimida
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Probablemente, pensé mientras la miraba, sí debía saber ya la respuesta alguien con su belleza, su serenidad, su conocimiento ¿Qué más podía ella anhelar, salvo que todo aquello se debiera al hecho de que no tenía hijos y que por eso no se sintiera realizada?
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Lo que en una época es blasfemo se convierte en algo sagrado en la siguiente, y las herejías de hoy son el credo de mañana
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¿En que año nació Marcel Proust?