Porque no hay límites para las estrellas; su número es infinito. Por eso es precisamente por lo que mido mi amor por ti por ellas. Una cantidad demasiado ilimitada para contar.
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Porque no hay límites para las estrellas; su número es infinito. Por eso es precisamente por lo que mido mi amor por ti por ellas. Una cantidad demasiado ilimitada para contar.
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Los monstruos podían lucir las sonrisas de sus amigos mientras escondían el alma podrida del Diablo en las grietas más oscuras de sí mismos.
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El mundo no es amable ni es cruel. Simplemente existe. Tenemos la capacidad de verlo como queramos.
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Las páginas antiguas eran un aroma que debería ser embotellado y vendido a aquellos que adoraban el aroma.
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No importa cuánta muerte y horror existieran, todavía quedaban cosas bellas por encontrar.
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Los monstruos son tan reales como las historias que les dan vida. Y solo viven mientras contamos esos cuentos.
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Tal vez era hora de que los padres enseñaran a sus hijos cómo comportarse con las mujeres jóvenes. No nacieron superiores, no importa cómo la sociedad los condicionó falsamente. Aquí éramos todos iguales.
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Yo nunca sabría qué era mejor para mí si alguien me ofrecía su consejo no solicitado a cada paso que daba. Los errores eran una experiencia de aprendizaje, no el fin del universo.
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Los corazones eran maravillosamente feroces, pero también frágiles.
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Los monstruos varían de acuerdo al cristal con que se los mira. Y nadie quería descubrir que su héroe era el verdadero villano de la historia.
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Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.