Diablo, ángel de la muerte, ira, vengadora, furia de las Highlands, el demonio de Escocia. Puede que todos pudieran aplicársele al hombre que veía a escasos metros, pero sin lugar a dudas se habían quedado cortos. Ninguna de esas acepciones le servía para poder describir a aquel hombre. ¿Por qué no «demonio del pecado»?
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