Pequeña pero matona, así es ‘El asedio animal'. La autora colombiana Vanessa Londoño no necesita más de 100 (intensas) páginas para crear un gran universo y encerrarlo en una pequeña localidad, Hukuméiji, desde el cual explora la presencia y origen de la violencia en su país. Esta se cierne como una nube negra, una tormenta arrasadora e insalvable sobre unos personajes que vemos sobrevivir o buscar una salida. La trama se presenta en forma de lo que un primer momento parecen relatos pero que con el avance de las páginas ves claras interconexiones entre ellos y, de hecho, sin leerlos todo no tienes la imagen completa. Empecé esta lectura en verano porque lo vi colorido, cortito y pensé ¡perfecto para leer en la pisci! No, amiga. Leí el primer relato y me dejo con el estómago revuelto y maravillada al tiempo, pero me di cuenta de que era un libro que para disfrutarlo como merecía, necesitaba estar en casa, en silencio y con toda mi concentración. Os cuento porqué. Es un libro que utiliza muchas expresiones y vocabulario que no había oído en mi vida (si sois de Colombia o otros países de Latinoamérica con vocabulario común, quizá no necesitéis esa concentración extra). En cualquier caso, el uso de ese lenguaje no fue en ningún caso una barrera, más bien un plus, meterme de lleno en ese pueblo tan lejos de mi hogar, pero sí que requería toda mi atención. Por otro lado, la autora a la hora de presentar las historias juega muy bien al despiste, a que el lector esté desubicado, perdido, como en una habitación a oscuras a la que poco a poco la visión se va acostumbrando y entonces, con el paso de las páginas, vas siendo capaz de discernir qué ocurre. Teniendo en cuenta que el libro busca afrontar el tema de la violencia en su más amplio espectro no hay cabida para esperar un libro bonito. Es triste, durísimo, descorazonador, crudo… y al mismo tiempo, no podía soltarlo, la prosa de la autora me ha fascinado, hace bonito lo terrible, tiene mucho de oral y sentía como si alguien me susurra al oído estas vivencias llenas de pesadillas con una bellísima musicalidad sin tratar ni un momento de protegerme. Verdades dichas a la cara. El final es un broche de oro que me emocionó sobremanera. No es un libro que pueda recomendar a todo el mundo, pero a mi me ha encantado, sobrecogido, atrapado. Si te gusta (aunque sea de vez en cuando), salir de tu zona de confort lectora, llenarte de barro, sufrir… ¡Toma nota de este libro! Enlace: https://www.instagram.com/p/.. + Leer más |