Y ahí, en esa penumbra estoy ahora, como perra canosa, rastreando los rincones orinados por si percibo en el rosal del aire la huella herida de su bamboleante caminar.
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Y ahí, en esa penumbra estoy ahora, como perra canosa, rastreando los rincones orinados por si percibo en el rosal del aire la huella herida de su bamboleante caminar.
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Pura literatura, me queda campaneando como el eco certero de ese adiós. Y es posible que el chico del hotel Sahara tenga razón, cuando esa mañana puso en jaque el arrojo de la vida por la cobardía de escribir lo que la letra borró.
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En la mañana, el despertar solo y desmadejado sobre la cama revuelta me hizo pensar que todo había sido un sueño, pero encima del televisor encontré el guante vacío de un condón y su carga láctea. Pude llorar pero no lo hice. Otro amor perdido, me dije mientras tomaba un vaso de agua para despejar el trasnoche. Otro amor perdido, me repeti tratando de recuperar su mirada amaranto estrellando la noche estival. Y recién entonces descubrí el papel donde estaba garabateando un teléfono y la frase de invitación: desde Laguna Verde no se ve Valparaíso.
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Ahora, cuando trato de recuperar sus palabras, pienso que el Flaco Miguel tenía razón al decirme que desde arriba del puente el sudor asalariado de la 'contru' es otro río, que igual brilla, que corre entre las piedras a veces cantando con la misma música de su rasguñado ardor.
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¿Sabes por qué en el Boquitas Pintadas cobran tan caro?, le dije a Luana que caminaba bordeando un azulado charco. Porque vienen los famosos, respondió ella con triste ironía. No es sólo eso, agregué. Yo creo que en este hotel donde la noche hierve risueña con sus estrellas pop, en el día el comedor popular de los niños villeros cancela el vértigo de su bohemia ilusión.
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... te regalo el metro marino que quizá me pertenece de esta larga culebra oceánica. Tanta costa para que unos pocos y ociosos ricos se abaniquen con la prioridad de las aguas. Por eso, al escuchar el verso neopatriótico de algunos chilenos me da vergüenza, sobre todo cuando hablan del mar ganado por las armas.
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... con sus casonas de ricos venidos a menos convertidas en esos centros culturales donde babean las pitucas escuchando a Vargas Llosa. Toda esa alcurnia decadente que siempre avalaron el facismo y las dictaduras. Qué asco, pensé en voz alta.
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¿Qué medida tomó el profesor Snape para proteger la Piedra Filosofal?