Bésame de nuevo, forastero. de Pedro Lemebel
En la mañana, el despertar solo y desmadejado sobre la cama revuelta me hizo pensar que todo había sido un sueño, pero encima del televisor encontré el guante vacío de un condón y su carga láctea. Pude llorar pero no lo hice. Otro amor perdido, me dije mientras tomaba un vaso de agua para despejar el trasnoche. Otro amor perdido, me repeti tratando de recuperar su mirada amaranto estrellando la noche estival. Y recién entonces descubrí el papel donde estaba garabateando un teléfono y la frase de invitación: desde Laguna Verde no se ve Valparaíso.
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