Irène

“Me gustan esos bucles perfectos que enlazan con tanta precisión la literatura y la vida”.

-Quiero ver a un abogado.
-Por supuesto, señor Lesage. ¿Piensa usted que puede necesitarlo?
-Frente a gente como usted, todo el mundo necesita un abogado.

No existe emoción más profunda, todos los auténticos aficionados al arte lo saben, que la transmitida por los artistas. Mi forma de acercarme a ellos, a sus sublimes emociones, es homenajearlos.

El hombre se nutre de imágenes de muerte porque tiene hambre de muerte. Y solo los artistas pueden aplacarla.

El hombre se nutre de imágenes de muerte porque tiene hambre de muerte. Y solo los artistas pueden aplacarla.

cerceno la cabeza de Évelyne con la sierra mecánica y deambulo por la habitación, con la cabeza plantada sobre mi sexo en erección

Ahora estaba allí, en la cama, con una mano bien apoyada sobre su vientre repleto. Y bajo su mano, sintió un golpe, brutal y algodonado. Completamente despierto, sin mover un solo músculo, esperó. Irène, en su sueño, lanzó un pequeño gruñido. Pasó un minuto, luego otro. Paciente como un gato, Camille acechaba, y llegó un segundo golpe, justo bajo su mano, algo diferente, una especie de movimiento aterciopelado, como una caricia. Era lo habitual. No podía decir más que la feliz estupidez: «La patadita», como si en su propia vida todo hubiese empezado de pronto a dar pataditas.

En la literatura, el crimen es tan antiguo como el amor