Anoche me soñé muerta

Por aquí ya sabéis que me gustan los libros que dan lugar a diversas interpretaciones. Los que dan que hablar. «Anoche me soñé muerta» es de esos.

Un Pahuatlán (México) misterioso y al borde del colapso es el protagonista de este libro corto. Con ecos de Juan Rulfo y su «Pedro Páramo», Edson Lechuga nos habla de la decadencia de un pueblo asolado por una sequía asesina y destructora. Un pueblo casi fantasma, casi muerto, postapocalíptico y febril. Y es que el autor consigue construir esa ambientación de manera sobresaliente, transportándote a sus tierras secas. Respiras su calor asfixiante, sientes el sol abrasador en la piel.

El pasado y el presente se entremezclan a retazos de manera onírica y abstracta, como historias y leyendas que pasan de generación en generación. Se cuentan los sucesos a partir de los numerosos personajes (vivos y muertos) y sus historias, siempre a caballo entre la realidad y el mito. Y es que Pahuatlán es una tierra en la que la magia y la religión se entremezclan.

Este último punto es lo que me ha parecido más interesante: el misticismo más pagano convive con la religión cristiana. Y esta religión termina siendo subvertida, pues ya no es la respuesta cuando lo que está en peligro es la vida. Sus símbolos se muestran débiles, asustados, inservibles por sí solos. Y de ahí viene lo que más me ha gustado analizar y sobre lo que me ha encantado teorizar. Me guardo para mí las conclusiones porque están repletitas de spoilers, pero si alguien se anima a leerlo y quiere comentar soy toda ojos.

Sobre el estilo narrativo: me ha gustado mucho. Lechuga se desenvuelve en la prosa poética y utiliza recursos estilísticos y de forma para transmitir esta magia que impregna el relato. Quizá no he conectado durante todo el libro tantísimo como con «Pedro Páramo» (lo menciono por las similitudes, pero ya sé que las comparaciones son odiosas), pero ha tenido muchas partes que me han fascinado.

Para terminar y al margen del libro como tal: me ha dado por investigar un poquito sobre el Pahuatlán real (en la que el autor nació) y me ha parecido interesantísimo. Es una zona con una herencia indígena muy arraigada y que conserva muchas tradiciones prehispánicas. Esta pequeñita investigación ha enriquecido la lectura.

Libro recibido como parte de la iniciativa Masa Crítica de Babelio.

Este libro es difícil de calificar o de reseñar y ni siquiera sé si me ha gustado o no pero tengo unas cuantas notas al respecto así que voy a intentar resumirlas un poco.

Lo primero de lo que quiero hablar es la narrativa del autor. Me ha parecido que tiene una forma de escribir muy peculiar, con una prosa que roza lo poético incluso en la forma de construir el texto y los párrafos, además de la manera que tiene de describir y de referirse a ciertas cosas.

Sin embargo, creo que es muy caótico en la forma que tiene de narrar y esto hace que la historia quede confusa y extraña.

Soy la primera a la que le gustan las historias de pueblos y vecinos que se entremezclan y crean una narración conjunta y coral y aprecio el intento que ha hecho el autor en esta novela de hacer esto mismo, pero creo que no está bien conseguido. La forma en la que se presentan las vivencias, las anécdotas, la forma en la que se entremezcla el pasado y el presente, hace que quede una narrativa confusa y extraña, que no sepas muy bien dónde estás y qué te está contando. Con esto quiero decir que la historia me interesa, claro que me interesa, pero creo que se podría haber beneficiado de otra forma de estructurarla y presentarla al lector.

En cuanto a los personajes… Como a la mitad del libro me he dado cuenta de que me daba igual lo que les pasaba o les dejaba de pasar. No he conseguido empatizar ni conectar con ninguno de ellos y me ha dado mucha pena porque, como digo, la historia que me contaba me interesaba, pero los personajes me han dado igual.

En resumen… el libro tiene una narrativa intrigante y llena de simbolismo y su forma de escribir te atrapa de cierta manera, pero muchas veces me ha dado igual lo que me contaba. Así que… luces y sombras.

Libro complejo y difícil de reseñar, pero intrigante a la vez.

En él se mezclan diversas historias, la de Elena, Diego, Bulmaro, Wenceslao, Enrique el Chato...y todas tienen un nexo, que es la sequía que asola Pahuatlán, y que ha obligado a varios a emigrar, dejándonos las historias de los restantes a su paso.

Estamos ante una sequía que lo envuelve todo, que se convierte en un elemento más, sino el más importante, que cobra vida, que te hace sudar mientras lees, que produce muertes, encantamientos, procesiones, rezos o robos, y que hace que la La lectura se convierte en algo asfixiante y opresivo.

Es un libro que no sabría definir, de estos que te dejan desconcertada, que no tiene una línea clara y no sabes por dónde te va a llevar, pero te crea curiosidad, no es un libro de relatos, pero tampoco es una historia con una trama definida, sino que son muchas historias contadas de forma cruda, visceral, malsonante, y, en muchas ocasiones, sin filtro, pero que se sienten muy reales.

Me ha gustado la forma de elegir el lenguaje, pues no es fácil, tiene muchas palabras que yo no sabía, que eran coloquios mexicanos, frases hechas y todo con una intensidad propia del ambiente en el que se desarrolla la novela, un ambiente rural. Duro y difícil, que hace que la gente sea dura, y piensa por encima de todo en sobrevivir.

Esto hace que el libro se sienta como sentarse alrededor de una hoguera a contar historias, historias de pueblo, de antepasados, de magia, costumbres y legados, sin mucho sentido ni conexión, pero al final respetando y emulando esa forma de narrar historias que se Hacía antes, que era tan suya, y que se adapta muy acertadamente en este libro.