El beso del infierno

—Creo que te gusto —dijo Roth de repente.
Dejé de pasearme, y mi corazón dio una especie de saltito extraño.
—¿Qué? No.
Inclinó la cabeza hacia un lado, y sus labios se extendieron en una sonrisa provocadora.
—La forma que tienes de mentirte a ti misma es una monada.
—No estoy mintiendo.
—Hum… —Se sentó, y sus ojos resplandecieron divertidos—. Antes querías que te besara.

—Ya sabes lo que dicen sobre los primeros besos.
—¿Que te arrepientes de ellos?
Su sonrisa se desvaneció.
—No. Iba a decir que nunca los olvidas.

Quizás era como si se estuviera construyendo algo, como si estuviera remodelándome en algo nuevo. Algo con lo que no tenía ninguna experiencia.

«Me perdí por completo en el momento en que te encontré».

«Las personas con las almas más puras son capaces de las maldades más grandes. Nadie es perfecto, sin importar lo que sean o por qué bando luchen».

'Nadie es perfecto, sin importar lo que sean o por qué bando luchen.'

'Cerré los ojos durante un momento y después me permití relajarme contra su costado, reconfortándome en el movimiento constante de su pecho.'

¿Qué confíe en ti? ¿En un demonio? ¿Tú que te fumas tío?
Sus ojos resplandecieron con... ¿Qué era? ¿Enfado o diversión?
-Fumar perjudica gravemente la salud.
(…)
-No puedo creer que acabes de decir eso.
Levantó la barbilla.
-Es verdad. Nada de drogas mientras trabajo. Incluso el infierno tiene sus normas.

Me perdí por completo en el momento en el que te encontré.

-Te hemos criado para que odies esa parte de ti. A lo mejor eso no era lo correcto, ya no estoy tan seguro. No estoy seguro de nada. -Se pasó los dedos por el pelo-. Lo que si sé eso que no me has decepcionado. No te odio. Jamás podría odiarte, incluso aunque no seas capaz de ver el placer de mojar regalices en chocolate.