Porque los seres humanos no son más que una forma entre otras formas, expresadas una y otra vez por el mundo, no solo en lo que vive, sino también en lo que no vive, dibujado en arena, piedra y agua. Y la muerte, que yo siempre había considerado la magnitud más importante de la vida, oscura, atrayente, no era más que una tubería que revienta, una rama que se rompe con el viento, una chaqueta que cae de la percha al suelo. Pág. 499 |