—No tienes que decir nada —dice—. Recuerda siempre que no hay que hablar de más. Muchos hombres han perdido mucho solo por haber dejado pasar una oportunidad perfecta de callarse.
|
—No tienes que decir nada —dice—. Recuerda siempre que no hay que hablar de más. Muchos hombres han perdido mucho solo por haber dejado pasar una oportunidad perfecta de callarse.
|
—Sí, en esta casa no hay secretos. —Donde hay secretos —dice—, hay vergüenza, y la vergüenza es algo de lo que podemos prescindir. —Está bien —digo y respiro profundamente para no llorar. |
Estoy en un punto en el que no puedo ser la que siempre soy ni convertirme en la que podría ser.
|
Con mi madre, todo es trabajo: nosotros, la elaboración de manteca, las cenas, lavarnos y levantarnos y dejarnos listos para misa y la escuela, el destete de los terneros, la contratación de hombres para que aren y rastrillen los campos, estirar el dinero y conectar la alarma. Pero este es otro tipo de casa acá hay espacio y tiempo para pensar. Tal vez haya dinero ahorrado.
|
Sus manos son como las manos de mi madre, pero hay algo más en ellas, algo que nunca antes sentí y que no sé cómo llamar. Me siento sin palabras, pero esta es una casa nueva y necesito palabras nuevas.
|
No tienes que decir nada - dice- Recuerda siempre que no hay que hablar de más. Muchos hombres han perdido mucho por haber dejado pasar una oportunidad perfecta para callarse.
|
Me quedo allí parada y miro el fuego, tratando de no llorar. Hace ya mucho que no lo hago y, al hacerlo, recuerdo que es lo peor que una podría hacer.
|
Ahora que ya no podemos ir más allá, tenemos que volver. Tal vez la vuelta le dé algún sentido a la ida.
|
Recuerda siempre que no hay que hablar de más. Muchos hombres han perdido mucho solo por haber dejado pasar una oportunidad perfecta de callarse.
|
Todo se transforma en otra cosa, se convierte en alguna versión de lo que antes fue.
|
Gregorio Samsa es un ...