La fe es imposible ; la esperanza difícil. Nuestra vida transcurre entre lo imposible y lo difícil.
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La fe es imposible ; la esperanza difícil. Nuestra vida transcurre entre lo imposible y lo difícil.
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Cada ateniense, considerado como individuo, no es un asno. Pero todos los atenienses en conjunto se tornan asnos. Los atenienses, como todos los demás, se olvidan y se convierten alegremente en una masa necia.
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A fin de cuentas, cada hombre que va con una mujer lleva otra dentro, y es con esa con quien hace el amor. De lo contrario, ¿por qué cierran los ojos?
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Del futuro no nos ocupamos, el presente no lo comprendemos. Lo único que podemos comprender y amar es el pasado.
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Muy pocos hombres de cuantos conocí soportaban la gloria de los demás sin llevar la tediosa máscara de la envidia.
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Piensa en cerrar los ojos y recordar una lluvia con todo detalle, los diferentes sonidos que produce cuando golpea en el techo, cuando cae en los árboles, en los ríos. Piensa que tienes dentro de la cabeza una intensa, serena lluvia. No; no estamos hecho para las cosas importantes. Recordamos la injusticia más insignificante, pero no la lluvia. Nos explotamos a nosotros mismos, no sabemos sacarnos partido. Deseaba que volviera a llover. Deseaba ser otra. Recuerdo, sin embargo, que no llovió más. Se que no me convertí en otra. Deseo hablar simple y llanamente. Deseo no llorar. Pero estoy llorando. |
El retrato de Dorian Gray