«Cuando la Universidad de Belgrano me propuso dar cinco clases, elegí temas con los cuales me había consustanciado el tiempo. El primero, El libro, ese instrumento sin el cual no puedo imaginar mi vida, y que no es menos íntimo para mí que las manos o que los ojos. El segundo, La inmortalidad, esa amenaza o esperanza que han soñado tantas generaciones y que postula buena parte de la poesía. El tercero, Swedenborg, el visionario que escribió que los muertos eligen el... >Voir plus