El destino del Tearling

Me ha encantado conocer a Katie. Erika ha vuelto a descubrirnos un personaje femenino fuerte y con las ideas claras. Y Kelsea, ella se ha superado. Vuelve a ser la de antes, la reina que hace lo mejor por su pueblo y no una monarca a la que se le ha subido el poder a la cabeza. La Kelsea de este libro ha aprendido de los errores del pasado y lo único que quiere es hacer el mundo un poco mejor. Y eso es lo que más me gusta de ella, que por muy protagonista que sea, ella también se equivoca. Sabe rectificar y poner en orden sus prioridades. También me ha gustado mucho que, a pesar de todo, colabore con Evelyn. Aunque me hubiera gustado saber más acerca de Jonathan, creo que también es un gran personaje. Y Ewen, por favor que cosa más adorable *-* Ahora en serio, los personajes están tan bien construidos que parecen de carne y hueso.

Engancha muchísimo y la tensión es palpable de principio a fin mientras los reinos caen, los ejércitos avanzan y el pasado del Tearling se despliega ante nuestra protagonista. Todo ello sin dejar de lado la crítica social que encontrábamos en los anteriores. Si bien es cierto que no me ha resultado tan duro como estos, no pierde su esencia. Esos temas siguen ahí, pero la verdad es que se agradece que no se hagan explícitos, sobre todo cuando son temas de maltrato y demás. Se centra más en denunciar las conductas machistas que en mostrarlas y en abogar por los derechos y la libertad de la mujer.
Resulta curioso cómo la autora juega con la misma situación en el Tearling y Mortmesne. Se supone que el primero es el "bueno" y el segundo el "malo", pero la misma realidad en ambos reinos no podía ser más distinta. Solo os diré que, visto lo visto, es mejor en Mortmesne. Además, plantea una cuestión interesante: ¿cómo hacemos que el mundo sea un lugar mejor? Porque por mucho que queramos vivir en una utopía, la naturaleza humana no se compone solo de virtudes y, al final, sus luces y sombras acaban por filtrarse.
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Me ha gustado mucho la mayor parte del libro, el final me ha parecido muy conveniente y no ha acabado de encajar con lo que yo esperaba, pero podría haber sido peor.
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Desde octubre del año pasado hemos podido disfrutar de esta saga a camino entre la fantasía y el misterio. Y con este impresionante final se concluye una saga que ha ido creciendo y consiguiendo que el lector no dé nada por sabido porque su autora te hará cambiar de opinión.

Y es más impresionante aun que se merezca la nota que le he puesto a pesar de que se ha quedado corta en muchas explicaciones. Han quedado bastantes cosas en el aire y preguntas sin resolver pero consigue dejarte totalmente satisfecho y no decepcionarte en nada.

Uno de los grandes misterios de la saga, los zafiros y su funcionamiento, quedan a medio explicar. Solo sabemos que los pueden usar los reyes del Tearling pero nos vamos a quedar con las ganas de más profundización a pesar de que en esta tercera parte volverán a ser protagonistas de grandes momentos en la novela. Una lástima… ¿será que hay más?

Esta falta de explicaciones hace que la fortaleza de Kelsea como protagonista, indudable en toda la saga, quede esta vez un poco eclipsada porque pasa a transformarse en herramienta de ellos y su protagonismo, merecido, se diluye un poco.

Al igual que en la segunda parte, Kelsea revivirá otra parte del Tearling pero esta vez a través de los ojos de Katie, una joven ya nacida en la nueva tierra tras la gran travesía que poco a poco se va dando cuenta de que el sueño de Tear va muriendo y su nueva y esperanzadora sociedad parece que no va a sobrevivir tras solo veinte años.

A través de Katie también conoceremos a Row y a Jonathan Tear y lo que ocurre en la nueva tierra para que todo el ideal de William Tear se esté desmoronando y dé lugar a la situación actual del Tearling en la época de Kelsea. Una desgarradora forma de estropear y destruir un sueño maravilloso.

Volvemos a encontrarnos con la religión llevada al extremo como responsable directo del inicio del declive de la sociedad, tanto la actual como la pasada. Una idea que puede resultar incómoda si eres religioso pero que objetivamente no puedo dejar de dar la razón al planteamiento de la autora.

También nos da una gran lección sobre aprender de nuestros errores, sobre los peligros de olvidar el pasado e incluso negarlo. La habilidad de Kelsea para ver las distintas perspectivas de ese pasado es lo que hace que consiga ver un futuro esperanzador.

El parentesco de sangre como vínculo a través de los tiempos es también una parte que me ha gustado mucho. No somos solo la suma de los pecados y errores de nuestros antepasados, tenemos la oportunidad de cambiar la historia si la conocemos.

Con un final satisfactorio, aunque agridulce. A la altura de la saga en general. Sin claros vencedores ni perdedores, sin que ningún personaje protagonista sea totalmente bueno o totalmente malo sino una mezcla muy real de grises, tal y como todos somos, con luces y con sombras…
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