Miss Marte

El bellísimo esfuerzo que hacía para no estar loca, el ejercicio tortuoso que se aplicaba a sí misma para estar bien.

La mirada a la deriva de quien se ha cansado de esforzarse en no estar loca tras años de lucha armada.

El camino más corto para olvidar un cuento de terror es convertirlo en un cuento infantil.

La luz de los mundos que se extinguen despacio y se esfuerzan por dejar el mejor recuerdo antes de apagarse del todo, la décima de segundo en la que se enseña todo lo bueno y sagrado que hubo en el mundo e incluso aquello que habría sido posible de continuar con vida.

Las amistades soportan confesiones y secretos, pero jamás soportan la duda. Se toma distancia tanto si se prefiere saber como si se prefiere no saber.

Las amistades soportan confesiones y secretos, pero jamás soportan la duda. Se toma distancia tanto si se prefiere saber como si se prefiere no saber

«No nos dijisteis cómo os llamabais»,. La chica que había fumado, alta y muy delgada, morena de pelo largo, la más callada y triste, dijo «Rebeca y la chica a la que una guapa de instituto le había robado el novio sonrió de una forma divertidísima, entornando los ojos: «Miss Marte».

«Yo no les pedí a mis hijos que sacasen buenas notas, ni que no fumasen ni que hostias; yo les pedí que tuviesen buenos amigos. Porque al final tus hijos no van a ser lo que tú quieres que sean, sino lo que quieren sus amigos. Un chaval a los trece años no quiere impresionar a su padre, quiere impresionar a su clase, y cuidado con eso», dijo. «Todos los amigos de Rita y Delfin, por ejemplo, eran cocainómanos. Eso era un clamor en el pueblo. Y yo pensaba: "Joder, qué suerte tengo que todos los amigos andan en la cocaína me ellos dos», se echó a reír. «Puedes ser el tipo más listo y avispado en los negocios, pero cuando cruzas la puerta de casa eres tonto sin remedio».

Aquí, en el norte, si un hijo le da un beso a un padre es porque tiene pensado matarlo.

Hay una frase al respecto de Boris Pasternak, el que escribió Doctor Zhivago. «Aquello duró sólo un instante, pero hubiera podido eclipsar la eternidad». Los dos minutos sobre los que queremos rodar no son para tenerlos con nosotros más tiempo sino para prolongar el placer de la caza. Y porque cuantas más horas le dediques a un segundo, menos se parecerá ese segundo a la realidad y más a la verdad. Anna Karénina no existió, pero lo que le ocurrió es verdad: las chicas como ella se tiran a los trenes. Y el español más famoso de la historia, don Quijote, ni siquiera existe, y no hay nada más verdadero que él. Así que estamos haciendo un documental sobre lo que ocurrió entre las cinco y las siete de la mañana en la casa de un pueblo gallego, aquí en el fin del mundo