Se me hace complicada la tarea de hablar del final de la trilogía del Vatídico, no solo por temor a desvelar partes importantes, sino porque no es un libro aislado. Es el cierre de toda una historia, un viaje y una vida; la vida de Traspié Hidalgo, al que he acompañado desde su más tierna infancia hasta su adultez. Creo que es justo decir que ha sido un total privilegio y una gran experiencia acompañar a este personaje a lo largo y ancho de los Seis Ducados. Con sus más y sus menos, sus conflictos y altibajos, sus errores y aciertos, ves a través de sus ojos y acabas comprendiendo a la perfección sus pensamientos y sus acciones. Puede caerte mejor o peor, puedes no estar de acuerdo con lo que hace, pero lo llegas a conocer tan bien que entiendes sus motivaciones. En cuanto a la trama en general, estoy más que satisfecha con el final que le ha dado la autora. Ha sabido conducir los hechos, cocinándolos a fuego lento, hacia ese desenlace en el que te desvela los grandes misterios que poblaban la historia. Consigue que todas las piezas encajen a la perfección y cada pequeño detalle cobra sentido. Centrándome en las reflexiones que pretende transmitir el libro, tengo que decir que me ha sorprendido la importancia que se le otorga a la cuestión del tiempo. Los personajes tienden a lamentarse por lo acontecido en el pasado y a preocuparse por el futuro incierto hasta comprender que lo único que tienen es el ahora. Me ha parecido una idea maravillosa que plasma una realidad latente en nuestros días. Cierto es que se trata de una fantasía un tanto atípica, centrada más en el crecimiento de los personajes que en la epicidad en sí. Esto puede hacer que no sea para el gusto de todos, por no estar plagada de escenas trepidantes, pero es un viaje que no te arrepientes de haber emprendido y que te invita a continuar. Robin Hobb es una auténtica maestra de la fantasía y la narración que ha creado un mundo maravilloso en el que vale la pena perderse. + Leer más |