Brotan de todas mis lágrimas muchas espléndidas flores y mis suspiros se vuelven coro de ruiseñores. Si me amas, pequeña mía, tuyas las flores serán y a través de tu ventana ruiseñores oirás. |
Brotan de todas mis lágrimas muchas espléndidas flores y mis suspiros se vuelven coro de ruiseñores. Si me amas, pequeña mía, tuyas las flores serán y a través de tu ventana ruiseñores oirás. |
Llegado, ha poco, de lejanas tierras, he ido a la morada de mi amor y he pasado la noche ante su puerta. |
Siempre seguí al amor en mis andanzas, En vano fue: jamás logré encontrarlo y regresé, dolido y triste, a casa. Mas, de pronto, acudiste tú a mi lado y vi resplandecer en tu mirada el dulce amor que tanto había anhelado. |
Abandoné el hogar, enloquecido: quería recorrer el mundo entero para encontrar amantes sentimientos y efusivo, abrazar al amor mismo. Busqué el amor por todos los caminos, de puerta en puerta supliqué afecto: al mendigo, entre risas, acogieron sólo para entregarle un odio frío. |
Pero, sinceramente, madre mía: suelo sentirme tímido y modoso cuando se esfuma el ímpetu orgulloso en tu presencia, plácida y querida. ¿Me domina en secreto el alma tuya que, audaz y noble, todo desentraña y se eleva a la luz de las alturas? ¿Me atormenta el recuerdo de las lágrimas que derramó en razón de mi conducta tu hermoso corazón que tanto me ama? |
-¿No ves el velo flotando ni la testa que se inclina? Mi amor me está saludando, sus ojos de anhelo brillan. |
"Oh, madre -dice el hidalgo-, aunque mucho me has querido, la vida yo te he amargado con mis obras y mis dichos. Si el ardor de mi tormento enjugara tus pupilas y la sangre de mi pecho encendiera tus mejillas..." |
Quiere estar en el sepulcro porque a su amor ha perdido; allí dormirá tranquilo y esperará el fin del mundo. |
Al principio me hallé desesperado, creí que mi pesar era sufrible. Finalmente, logré sobrellevarlo, no preguntéis cómo me fue posible. |
Amanece y pregunto al levantarme: ¿vendrá hoy mi dulce amor? Anochece y lamento al acostarme: hoy tampoco apareció. Noche tras noche yazco desvelado, a solas con mi tormento. Día tras día vago adormilado, como entregado a mis sueños. |
Marinero en tierra