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[...] ¡Oh, tu dolor comprendo, Madre Tierra! Veo el ardor que abrasa tus entrañas, la púrpura que vierten tus mil venas, el torrente de llamas, humo y sangre que de tu herida abierta, impetuoso, brota... |
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[...] ¡Oh, tu dolor comprendo, Madre Tierra! Veo el ardor que abrasa tus entrañas, la púrpura que vierten tus mil venas, el torrente de llamas, humo y sangre que de tu herida abierta, impetuoso, brota... |
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Entré en aquellas salas en que un día me prometió fidelidad perenne: donde antaño sus lágrimas caían pululan ahora sierpes. |
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¡Así es la vida, niña! Eterna marcha, eterno llanto, eterna despedida... |
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[...] que, amando a todos los hombres, el amor ha revelado y al que, como siempre, el pueblo, en pago, ha crucificado. |
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Un corazón en el pecho que arde lleno de pasión... ¡Cómo aborrezco sus cantos de falsas penas de amor! |
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¡Adiós, tesoro!... Emprendo mi camino, Levanto la mirada vanamente: inmóvil su cortina permanece. Durmiendo sigue... ¿Soñará conmigo? |
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Divino es quien, aunque infeliz, ama por vez primera, mas necio si, pese a su desventura, de nuevo adora. Yo soy así de necio, pues amo una vez más sin ser amado y con la luna, el sol y las estrellas me río en mi agonía. |
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Tú no me ves: solo en la oscuridad permanezco sumido y ni siquiera puedes atisbar mi corazón sombrío. Mas mi sombrío corazón te ama, te ama y se deshace [...] |
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Concédeme deleite con tus besos, siente por mí bondad y compasión, tú, el más bello sol entre las niñas, tú, la niña más bella bajo el sol. |
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Sería tu perdición, niña, si no me esforzara en impedir que tu amor por mí te queme en el alma. |
Marinero en tierra