Una oleada de antipatía por el mundo brota desde lo íntimo.
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Una oleada de antipatía por el mundo brota desde lo íntimo.
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De qué sirve ser uno de ellos si el idioma que hablan no alcanza.
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Él es mi hombre, el que sabe mirar mi tristeza infinita.
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Y la perorata de los celos, el bla bla bla que destruye simultáneamente al celoso y al celado (...)
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Hay que parecer entusiasmada y hay que hacer que parezca que se vive.
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Con una mano preparo la comida, con la otra me apuñalo. Qué bueno tener dos manos. Qué práctico.
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Estando ahí, en su zona, pude sentir el odio que le escarba el vientre y rogué porque no me contagiara la depresión de tener que vivir.
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Y aunque su eterno compañero no pasara largas horas incrustado en ella, tardes enteras, veranos, aferrado a ella ni días de campo entrándole, saciándola; aunque ni siquiera pensara que ella tenía calenturas, de tan ahuecada que andaba, era su compañero.
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