El guerrero a la sombra del cerezo

Los hombres débiles tienen sueños; los fuertes, voluntad

-Este país es como el guerrero que, al llegar la primavera, se sienta a descansar bajo los cerezos en flor. Por un momento, arrobado por la belleza cree hallarse hastiado de luchar, saciada su hambre de guerra, pero pronto descubrirá que no sabe hacer otra cosa más que batallar (...)

En el silencio de ese extraño mundo que existe solo durante un suspiro, justo en el umbral de la noche que se torna en día, Aoi contempló el alma de Seizo Ikeda retratada contra la luz de la mañana

(...) maldijo a Kenzaburo Arima por guiarle a través de una senda llena de espinos en la que se dejaba jirones de alma

Dicen que los dioses castigan a los hombres concediéndoles sus deseos.

Cuando hubo concluido, se quedó observando la sandalia que reposaba en su regazo. Carecía de la perfección de la trenzada por su silencioso mentor, la cuerda no estaba tan junta ni los nudos parecían tan firmes, pero era una waraji, y la había hecho él.

Así es, no aceptar los reveses de la vida es señal de debilidad. Un hombre sabio debe elegir sus batallas, debe discernir entre las causas por las que merece la pena luchar, incluso morir, y las que son causas perdidas.

La verdad es compleja, quien te ofrezca respuesta sencillas a menudo te estará engañando.

No hay dias mejores para una cosa y peores para otras. Los días son como son.

No tiene sentido quejarnos de aquello que no esta en nuestra mano cambiar