El silencio de la ciudad blanca

A veces la memoria clava chinchetas en momentos triviales del pasado y los fija para siempre, aunque «para siempre» parezca mucho tiempo.

La visión de los meteoros duraba poco, apenas unos segundos, y había que estar atento, porque si pestañeabas, te lo perdías. Quizá como las cosas buenas de la vida. Como estar allí con el abuelo, tirados en la tierra que un día nos iba a acoger a ambos en su regazo.

Un ego apaleado se pone digno con facilidad

A veces el tiempo que marca el calendario no tiene nada que ver con el tiempo mental o emocional que cada uno vive por dentro

La gente herida es peligrosa porque sabe que puede sobrevivir

Porque a veces, solo a veces, uno sabe que está en lo cierto, que reconoce un patrón y allí está: la certeza

Un policía nunca espera cerrar un caso siendo la última víctima del asesino en serie que tiene aterrorizada a la ciudad, pero la vida tiene formas muy creativas de jugártela

La vida sigue, pese a que ocurran desastres, muertes, guerras. Tal vez sea una enseñanza de nuestros ancestros: que el show debe continuar.

Comprendí que el dolor también une a las personas, tal vez más que las alegrías, porque de esas, como buenos desagradecidos que somos, nos olvidamos pronto.

A veces el tiempo que marca el calendario no tiene nada que ver con el tiempo mental o emocional que cada uno vive por dentro