Pero es que los hombres al parecer nos volvemos idiotas cuando nos enamoramos y, por desgracia, yo soy uno más de esos estúpidos que, pese a que prometen no enamorarse jamás, caen de la forma más embarazosa en las redes del amor. No sé por qué lo hago, en realidad ella no es una mujer que destaque por su belleza o por sus dulces encantos. En una reunión de hermosas damas, sería la solitaria y anodina señorita que se esconde en un rincón procurando no hacerse notar demasiado por miedo al ridículo. Y aunque en un principio parezca tímida, es increíblemente persistente y testaruda a la hora de conseguir lo que quiere. También es vengativa, pero muy inocente en algunos aspectos… Ella es, simplemente, la mujer que ha hecho que mi perfecto y estructurado mundo se tambalee con su sola presencia y, ahora que la he perdido, no puedo evitar gritar a los cuatro vientos que la amo. |