- Nunca te he amado más que ahora, en este preciso momento, jamás te querré menos que ahora, en este preciso momento. El vasto cielo gris conocía un momento de calma desprovista de sol, un interludio entre la tormenta en ciernes y la que había cambiado nuestras vidas para siempre. - ¿Es eso una promesa? Le apreté la mano. - No la olvides. - Jamás. Nuestras manos se entrelazaron. |