El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar : a muchos los condena al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos.
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El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar : a muchos los condena al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos.
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Cuando yo ya no esté, el viento estará, seguirá estando.
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no son pocos los intelectuales del norte que se casan con las revoluciones del sur por el puro placer de enviudar. Prestigiosamente lloran, lloran a cántaros, lloran a mares, la muerte de cada ilusión; y nunca demoran demasiado en descubrir que el socialismo es el camino más largo para llegar del capitalismo al capitalismo.
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Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo, pero sospecho que Dios condena lo que ignora.
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En la ciudad violenta, resuenan balazos y también tambores: los tambores, ansiosos de consuelo y de venganza, llaman a los dioses africanos. Cristo solo no alcanza.
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Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.
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No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros, otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. |
Como agua para chocolate