«Antes una libertad humilde que una esclavitud opulenta». Lo primero y, antes que nada, una confesión. He deseado con todas mis fuerzas que les encarcelaran por un crimen que no habían cometido, porque, salvando un detallito muy insignificante que en psicología tiene importancia, pero ante un juez no, Reilly y Axel asesinaron a Jon. Y para descubrir si es o no cierto, tendéis que leer la novela. Lo que más me atrajo de esta historia, no es el crimen, si lo hubo o no, sino como se desmoronan los protagonistas, cuál es su talón de Aquiles, porque todos tenemos una brecha por la que se cuela cualquiera y nos hace flaquear. Axel, por ejemplo, se miente así mismo creyéndose invulnerable, y nosotros lectores también lo llegamos a creer, pero resulta que su debilidad está más cerca de lo que puede y podemos imaginar. En esta ocasión nuestro conocido inspector Konrad Sejer queda en un segundo plano ante el retrato que la autora nos hace de los tres amigos, no digo que su participación no sea relevante, igual de sagaz como en las entregas anteriores, lo veréis en los interrogatorios. Y como diaria aquel, hasta aquí puedo contaros, el resto será un placer leeros y debatir con vosotros sobre el “detallito”. ¿Suicidio o asesinato? + Leer más |