Tenía mucha curiosidad por saber cómo se podría desenvolver un ex sargento de la Guardia Civil invidente dentro de una investigación criminal y me ha sorprendido encontrarme una novela muy profunda en relación a los sentimientos de ese personaje, de su pareja y de su entorno y cómo afronta la vida después de una desgracia.
Con ello quiero decir que el personaje de Adriano, ex Guardia Civil invidente, supera a la novela criminal y se convierte en el aliciente de la lectura.
«La gente se piensa que cuando uno pierde la visión es como si se apagasen todas las luces. Y ojalá fuese así. Sus nervios oculares habían quedado totalmente desconectados con el exterior, pero parecían luchar constantemente por encontrar algo de luz. Es como si la oscuridad tuviese su propia danza. Su propia melodía. Y este festival de colores y de formas era imposible de evadir».
Como no podía ser de otra forma, si no para que incluirlo, Adriano tiene un par de momentos estelares dentro de la investigación que dejarán de piedra al investigador principal de la serie de asesinatos. Creo que está bien buscado y nada forzado con lo que la naturalidad del personaje gana en credibilidad.
Pero rápidamente, como he comentado antes, la investigación se queda a un lado y el autor ahonda en la desgracia que ha sufrido Adriano y que podría ser reflejo de las desgracias que han sufrido muchos después de un atentado. Creo que algo de homenaje y reconocimiento existe en la elección del personaje.
Hay una diferencia muy grande, según dicen, entre haber nacido invidente o serlo después por una desgracia. En el caso que nos atañe ese sufrimiento es muy interno, pero también al final, como os podéis imaginar, le toca a su entorno. Su mujer lo sufre en primera persona y tiene dudas con respecto a su relación. Aquí se abre una parte de la novela con mucha fuerza interna y como veréis muy medida, pero llena de claroscuros, pues la verdad, aunque lo creamos así, nunca es absoluta y en algunos momentos depende del prisma con el que se mira.
Aunque Adriano intervenga lo justo y necesario, el caso en sí es bastante atrayente por su concepción inspirada en la mitología griega.
También se abre una historia pasada paralela interesante y bastante decisiva.
El final me ha llegado casi sin darme cuenta. No sé si tengo la sensación de precipitación, no sé, debería volver a leerlo, pero estaba tan metido en la novela que me ha pillado casi por sorpresa.
No quisiera olvidarme de un personaje bastante peludo, Acho, el perro guía de Adriano, que también jugará su papel a la hora de confeccionar la historia.
Casi para cerrar esta reseña creo que es conveniente que vayáis advertidos que hay algunas escenas de violencia explícita que rozan el gore.
Como veis una novela llena de tramas y subtramas que he encontrado equilibradas y que en conjunto forma una buena sinfonía negrocriminal.
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