La sonatas de Valle Inclán son una serie de cuatro aventuras escritas por el genial escritor gallego entre 1902 y 1905. Narran las peripecias y aventuras amorosas de un noble español del siglo XIX definido en la obra como un donjuán feo, católico y sentimental. Este noble conocido como Marqués de Bradomín es un personaje altivo y orgulloso, con un irrefrenable instinto de seducción y conquista hacia las damas que considera a su alcance, sin prejuicio de su condición social o edad. Un personaje al que un Valle Inclán en estado de gracia sabe sacarle partido y explotar todas las facetas de este marqués aventurero y audaz para establecer un relato cargado de ingenio y de una prosa elegante y cuidada. En esta presente edición de la editorial Gadir se ha optado por presentar las Sonatas en el orden en que fueron escritas. A saber: Sonata de Otoño, de Estío, de Primavera y de Invierno. Cuenta con un breve y escueto prólogo de Antonio Ferres que cumple con corrección con su cometido de presentar la obra. En Sonata de Otoño la acción transcurre en su Galicia natal y versa sobre un antiguo amor del marqués (Concha) que sintiendo próximo su final, reclama la presencia a su lado de su adorado galán para revivir antiguos recuerdos. En Sonata de Estío nos trasladamos a México en una aventura irreverente y alocada con una presunta princesa indígena (la Niña Chole) donde salen a relucir el lado más salvaje y arrogante del noble gallego. En Sonata de Primavera, situada en Italia en la ciudad ficticia de Ligura, se vislumbra el lado más oscuro y trágico de este conquistador irreverente, empeñado en la conquista de una joven dama (Maria Rosario) que está en puertas de entrar en un convento. En Sonata de Invierno tenemos al Marqués apurando sus últimas etapas y consciente de que se acerca el final de sus amoríos. La acción transcurre en tierras navarras, al final de la tercera guerra carlista, buscando la ocasión para reanudar una anterior relación amorosa con una mujer casada : Maria Antonieta, duquesa de Uclés, dama de la Reina Doña Margarita. Agradezco la oportunidad brindada por Masa Crítica y a la editorial Gadir de disfrutar de esta obra, que recomiendo encarecidamente por el esmerado uso del lenguaje y el alto grado de ingenio del que hace gala el ilustre Valle Inclán. + Leer más |
Manuel Vicent (Villavieja, 1936) todavía conserva el libro que su maestro en la escuela le regaló el día de su primera comunión: Lo que puede más que el hombre. Un libro infantil de coloridas ilustraciones que ojea entusiasmado como si siguiese siendo el niño libre y curioso que se pasaba las horas leyendo cómics hace siete décadas. “La imagen de la chimenea de mi casa el día que vino el maestro Don Manuel siempre ha perdurado en mi memoria”, dice mientras pasa las páginas y se detiene en un dibujo en el que un hombre es atacado por un lobo.
Con seis años, el escritor valenciano solía emular a El Hombre Enmascarado, escapándose de expedición por la montaña para buscar bombas y vestigios de la guerra civil entre las trincheras. Las voces de su niñez: el sonido del mar, la brisa del Mediterráneo, los recuerdos de la posguerra..., siempre han estado presentes en su obra. “Y no he podido salir de ahí. Cuando me vine a Madrid desde Valencia, perdí mi sitio, mi territorio, así que lo convertí en literatura. He viajado por muchos lugares, pero a mí que me conozcan en Japón o en Australia no me interesa nada. ¡Si no voy a ir jamás!”, afirma con vehemencia. “Me interesa que me conozca el tendero de al lado de mi casa”.
En octubre, Manuel Vicent publicó su último libro, Retrato de una mujer moderna, “la crónica sentimental de una posguerra” con la voz y la vida de Concha Piquer como protagonistas. Aunque ahora mismo, con ochenta y seis años, de lo que más disfruta es releyendo literatura y escuchando música que le gustó en el pasado. “Para mí leer es como volar”, comenta sentado en el lateral de la cama de la biblioteca. Allí duerme todas las noches, arropado por unas trescientas primeras ediciones, entre las que sobresalen las obras completas de Baroja y Valle Inclán.