Podría haberse dicho, sí, que él la había amado hasta el punto de perder la vida. Y que ahora ya no amaba sino el conocimiento estéril de ese amor, el que hacía sufrir.
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Podría haberse dicho, sí, que él la había amado hasta el punto de perder la vida. Y que ahora ya no amaba sino el conocimiento estéril de ese amor, el que hacía sufrir.
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-Te adoro, no hay nada que hacer -sonríe-, incluso con el sufrimiento.
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-Lo que es verdad es que tengo ganas de estar sola, por una vez. Para pensar en ti y en mí. En lo que ha ocurrido. -Y también en nada. -Sí, y también en nada. |
Él está muy ensimismado, muy solo. Ellos están muy solos. Ya privados el uno del otro. Alejados ya. Silencio. |
-¿No nos volveremos a ver nunca, nunca? -Nunca. -A menos que... -No. -Olvidaremos. -No. -Haremos el amor con otra gente. -Sí. El llanto. Lloran, muy bajo. -Y luego un día querremos a otra gente. -Es verdad. Silencio. Lloran. |
-Tal vez, sí... pero sobre todo cruel, sabe usted... Sobre todo eso, esa cosa, es tan misterioso, y también cómo sabe hacerlo, el conocimiento que tiene de eso: del mal.
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Está solo en la ciudad, en la vida también. Con, en el corazón, el amor de esa niña que se irá, se alejará para siempre de él, de su cuerpo. Un duelo terrible [...]
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Él dice: -Antes de ti no sabía nada del sufrimiento... Creía que sabía, pero nada. Repite: Nada. |
-Ya no puedo hacerte mía. Creía poder todavía. Ya no puedo. Luego se adormece. Luego vuelve a hablar. Dice: -Estoy muerto. Estoy desesperado. Tal vez nunca vuelva a hacer el amor. Nunca más pueda. |
Dice también: -Nada más ocurrirá en mi vida sino este amor por ti. |
¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?