En cuanto a Milady, volvió a su sitio, y con una sonrisa de salvaje desprecio en los labios, repitió, blasfemando, el nombre terrible de Dios, por el cual jurara sin que nunca hubiese aprendido a conocerle. - ¡Oh, fanático insensato! - dijo- Mi Dios soy yo, yo y el que me ayude a vengarlo. |