El mundo perdido

Ed Malone es un reportero del Daily Gazette que está en búsqueda de una aventura peligrosa y lejos de sus parajes conocidos con el único motivo de impresionar lo bastante a su amada Gladys como para quererse casar con él. Es así como Malone conoce al profesor Challenger, quien dice haber encontrado un lugar en Sudamérica en el cual todavía viven los dinosaurios extintos en el resto del mundo desde hace millones de años.

Este hallazgo no goza de buena reputación entre los colegas del profesor Challenger, así que este se propone organizar una expedición que traiga desde el Amazonas venezolano a Inglaterra las evidencias que apoyen las observaciones de Challenger. Esta es la oportunidad que tanto buscaba Malone, así que no duda en unirse a Challenger y a los otros dos expedicionarios: el profesor Summerlee —científico y némesis de Challenger— y Lord John Roxton —un aventurero que conoce muy bien el Amazonas—.

Esta aventura al interior del Amazonas será, sin duda alguna, la aventura de sus vidas pues no solo se encontrarán con dinosaurios como lo predijo el profesor Challenger, sino también con todo un lugar que parece detenido en el tiempo y que cuenta su propia historia. ¡Bienvenidos a la Tierra de Maple White!

Me sorprendió gratamente encontrarme con una novela llena de referencias científicas y la forma en la que cada mención es introducida dentro del relato. Primero nos encontramos con una explicación detallada y plausible sobre la manera en la que un lugar como la Tierra de Maple White pudo formarse y albergar vida extinta en el resto del planeta. Luego nos encontramos con una explicación sobre las especies posteriores al Cretácico que habitan el lugar que de nuevo acude a razonamientos bastante plausibles. Todo este nivel de detalle y el cuidado que se toma Conan Doyle para dibujar su escenario no pasa desapercibido.

La narración tiene dos variaciones. En primer lugar, nos encontramos con un relato completo sobre los antecedentes de la expedición, en esta Malone nos cuenta el surgimiento de su motivación y cómo se terminó gestando la empresa. En un segundo momento, por entregas en forma de extensas cartas, Malone va relatando lo sucedido con la expedición desde la última vez que se tuvo noticias de ellos. Esto tiene sus pros y sus contras, creo que la principal dificultad de que el asunto sea contado de esta forma es que hay sucesos que son lo suficientemente contundentes para ser contados por separado, pero que acá se muestran en un mismo capítulo.

Esta es una de las novelas que siempre me había imaginado diferente a lo que resultó siendo. Pensaba encontrarme con una novela llena de dinosaurios y en realidad son demasiado secundarios y el conflicto se centra en afrenta que hay entre los hombres mono y los indígenas que habitan esta tierra. También me resulta muy interesante la forma en que Conan Doyle usa a los dinosaurios como elementos del terror. Los presenta peligrosos, cazadores, de ojos iracundos; sin duda una imagen que era muy frecuente en la época en la que fue escrita la novela, pero que con el correr de los años se ha ido puliendo conforme han aflorado nuevos estudios sobre estas magníficas criaturas.

Malone me recuerda un poco a Bilbo —otra vez entro en modo monotemático— y lo hace por dos motivos muy particulares. Ambos buscan aventuras, claro está que, por motivos diferentes, y hasta ahí parecen llegar las similitudes; pero luego, cuando nos encontramos con un Malone encima de la copa de un árbol intentando describir el paisaje que lo rodea, es inevitable no recordar a Bilbo encima de los árboles en el Bosque Negro intentando salir de aquel escabroso lugar. ¿Habrá leído este libro Tolkien? Seguiré investigando.

Es curioso que este libro me llegue por motivos diferentes a los que pensé que me llegaría, pero es ahí donde radica también la belleza de la literatura. Si bien la corta aparición de dinosaurios me dejó un poco desinflado, la explicación del surgimiento de un lugar como este por medio de la evolución insular —nombre del fenómeno que explica el lugar— se suma a la lista de obras literarias que abordan el tema junto con la Odisea y la isla de Circe, La isla del Doctor Moreau e incluso la misma Númenor —de esta hablamos luego largo y tendido, se los prometo—. La mención a la explotación del caucho en las selvas colombianas tampoco pasó desapercibida, más sabiendo que existe una obra como Vorágine que explora de manera espléndida el tema.

También resulta muy particular la aparición de un tema tan recurrente en la comunidad científica como lo es el escepticismo acompañado de explicaciones cada vez más elaboradas que solo buscan desacreditar las evidencias mostradas. Finalmente, este es el principal impulso para que el profesor Challenger organice una nueva expedición a la Tierra de Maple White; aunque tristemente logre tener el mismo efecto sobre sus principales detractores. Esto parece ser algo de nunca acabar.

Aunque el final parece un poco soso y estrepitoso, faltando pocas páginas para el cierre mejora y le da muy buenas notas que adornan la novela completa. Sobre todo, por el hecho de atar un par de cabos sueltos cuando uno pensaba que iban a quedar sin resolver.

De forma ingeniosa, Conan Doyle blinda su mundo a futuras expediciones al alterar los nombres de lugares y de personas involucrados en la expedición del profesor Challenger con el fin de mantener lo más alejado posible del mundo contemporáneo ese lugar donde el tiempo parece ir a un ritmo diferente y donde la evolución parece estar haciendo de las suyas en una vía muy diferente a la del resto del mundo.

De esta edición en cuestión, la de Grandes Clásicos Literatura Random House (2018) me gustó particularmente las ilustraciones de Sergio Mora. Claramente no son las correctas para lo que hoy conocemos sobre los dinosaurios, pero sí recrean muy bien lo que se conocía para la época en la que fue escrita la novela sobre ellos, un detalle de fina coquetería.

Si bien la obra más conocida de Conan Doyle gira en torno al famosísimo detective Sherlock Holmes, tiene otras obras igual de elegantes a las del personaje y en las cuales hace uso y gala de todo lo que sabe. El Mundo Perdido es una de ellas.

En este libro tenemos al profesor Challenger, un hombre excéntrico que dice que ha visto un mundo extraordinario, pero nadie le cree, y aquí es cuando entra el reportero Malone, que se une junto con el profesor Summerlee y un aventurero Roxton en una aventura dónde el profesor Challenger va a demostrar que lo que dice es cierto.
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En esta aventura, nos encontramos en la selva del Amazonas, y allí se nos presentan varios contratiempos y otras cosas que hacen que la lectura se haga amena. Las ocurrencias de Challenger, la «ignorancia» de Malone, el escepticismo de Summerlee y el espíritu «valiente» de Roxton nos muestran la verdad humana.
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Y en este libro sí que vemos cómo es el pensamiento humano, ya que lo único que piensan estos personajes es cómo beneficiarse a costa de su descubrimiento, sin que les importe la vida de otros seres vivos. Vemos también ese lado conquistador y de querer enseñar nuestras costumbres a otras civilizaciones que vemos como inferiores.
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Con este libro el autor logra crear una reflexión (o al menos así me pasó a mí) sobre nuestro comportamiento con lo desconocido, que en vez de tratar de comprenderlo, intentamos enseñarles cosas que muchas veces no necesitan aprender porque su conocimiento es otro. Tenemos ansias de dominar todo lo que se nos cruza.