Habitación de hotel

Hace años me encerré en una habitación de hotel durante tres días porque necesitaba no encontrar nada que me recordase mi herida. Aunque la herida la llevara encima yo. Hay algo aséptico en estos cuartos y demasiadas historias con las que fabular como para permitir que el dolor se amortigüe. Para colocarlo, entre algodones, en un paréntesis de tiempo robado. Acompañado solo de algunos versos.

Leer a Cristina Peri Rossi me recuerda aquellas noches en las que la soledad me oprimía y el amanecer me encontraba enredada entre las sábanas hoy mías, mañana de otros, ayer de muchos. Habitación de hotel (Plaza y Janés, 2007), XI Premio de Poesía Ciudad de Torrevieja, tiene mucho de cuadro de Hopper -como la portada de El museo de los esfuerzos inútiles (1983)- y, sobre todo, de amor a la palabra.

Aunque yo amara a Borges -y él, al inglés-, cada verso me devuelve a la niña de primaria que escogió «Las cosas» como su poema preferido. Rossi ama el castellano -y no comprende la preferencia del primero-, me lleva de la mano por medio mundo, ajeno y propio, ya que nuestro refugio es la escritura. Aeropuertos ayer vacíos -hoy, llenos-, amores que pasaron de partitura a soliloquio y recuerdos que mueren o matan. La felicidad post-coitum, el paseo nocturno, lo fugaz y lo posible.
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