Ben Brooks escribió «Crezco» cuando aún no había crecido. Tenía 17 años y tecleaba en la habitación adolescente (llena de pósters de Harry Potter) de la casa de sus padres en Gloucester. Se metía en chats porno, se metía muchas drogas, se metía en problemas. Quería ser mayor y tenía miedo de crecer. Escribía como se hacen las cosas a esa edad: como si fuera la primera vez y también la última. Sin mentiras ni máscaras. Nadie lo estaba mirando.