Un libro sencillo, de fácil lectura, con una buena parte de diálogos, lo que hace la lectura más rápida, dinámica, llevadera. El escritor crea un universo propio que nos muestra a través de los personajes de la novela, sus historias y sus ocurrencias y reflexiones. Es una novela que trata de todo y al mismo tiempo de nada, ya que trata múltiples temas, pero no ahonda en ninguno. Se habla de los sentimientos que surgen por un suicidio, de los sentimientos de amor que se pudieron haber dicho, y por desgracia, no se dijeron (por inconciencia o por omisión), de cómo las drogas ayudan a soportar ese dolor o a esconderlo en la profundidad más remota de nuestra alma, de cómo la muerte de un ser querido afecta sin duda alguna a las relaciones interpersonales y de cómo a veces la única salida para soportar esa situación es sucumbir a la demencia, a la desesperación y a la locura más sórdida, para dejarse arrastrar a un mundo que a nuestra mente le parece ideal. He de decir que me lo esperaba mejor, supongo que las expectativas eran altas, pero tampoco me ha decepcionado. Ben Brooks estará en mi lista de cabecera.
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