La tierra no parecía la tierra. Nos hemos acostumbrado a verla bajo la imagen encadenada de un monstruo conquistado, pero allí... allí podía vérsela como algo monstruoso y libre.
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La tierra no parecía la tierra. Nos hemos acostumbrado a verla bajo la imagen encadenada de un monstruo conquistado, pero allí... allí podía vérsela como algo monstruoso y libre.
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Estábamos incapacitados para comprender todo lo que nos rodeaba; nos deslizábamos como fantasmas, asombrados y con un pavor secreto, como pueden hacerlo los hombres cuerdos ante un estallido de entusiasmo en una casa de orates.
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Esa fuerza no es más que un accidente, resultado tan solo de la debilidad de los otros.
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No me gusta trabajar –a ningún hombre le gusta– pero me gusta lo que hay en el trabajo, la oportunidad para encontrarte a ti mismo. Tu propia realidad, para ti, no para otros, lo que ningún otro hombre podrá saber.
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Vivimos como soñamos… solos.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises