Claudine casada

Cepilla sus cabellos de bruma saltarina ... Un golpe de varita y, gracias a un peine mágico, he aquí todo ese oro recogido, ordenado y retorcido en una nuca de ondas juiciosas.

Encontré los Rubens. Me asquean. ¡Sí, me asquean! Esa carne, tanta carne, esa María de Médicis mofletuda y empolvada ...

Cuando él ya no quiera presumir, solo entonces nos uniremos completamente, y yo dejaré de jadear al lado de sus piafantes cuarenta y cinco años

¡Qué viejo soy, Claudine, mi querida niña! Noto cómo, uno tras otroz los minutos me arrugan, y es doloroso, ¡tan doloroso!

En él, la intensa vida que lleva se exterioriza en sonrisas, palabras, canturreos, exigencias amorosas

La verdad es que a Renaud le encanta el coloquio de los espejos y su impúdico resplandor; en tanto que yo, desdeñosa de sus revelaciones, amante de la oscuridad, del silencio y del vértigo, los rehúyo

Vivo en casa de un caballero, caballero al que amo, sea, pero vivo en casa de un caballero. Ay, Claudi e, planta arrancada de su tierra, ¿tan largas eran,pues, tus raíces,?

La cabo se un año y medio, noto cómo progresa en mí la agradable y lenta corrupción que debo a Renaud

Me conozco esos noes que quieren decir sí... Yo misma los he dicho muchas veces

En esta tierra no eres mía. Me traicionas con todos los ruidos, con todos los olores, con todos los rostros recuperados. Cada árbol te posee.