El odio es un condimento cruel que da a la carne sabor a inmundicia.
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El odio es un condimento cruel que da a la carne sabor a inmundicia.
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Las heridas tardan en cerrarse, y se infectan a su antojo en las veladas de recuerdo y rencor.
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Se suele decir que la vida es injusta, pero la muerte todavía lo es más, o en todo caso, el morir. Unos sufren y otros se van como en un suspiro. La justicia no es de este mundo, pero tampoco del otro.
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La vida es curiosa. No avisa. Lo mezcla todo, sin dejarte elegir, de modo que a un instante de dicha le sucede otro de sangre, así, sin más.
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Si alguien me preguntara en qué he empleado todos estos años, el tiempo que me ha hecho llegar hasta hoy, no podría responder gran cosa. No me he enterado de los años, a pesar de lo largos que se me han hecho. He mantenido vivo una llama e interrogado a la oscuridad, sin obtener otra cosa que retazos de respuestas, incompletas y poco claras.
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Tenía una mirada bovina, de tonto que no es consciente de serlo, como los animales que se dejan llevar al matadero sin una queja, porque no conciben que exista un misterio tan grande como la muerte.
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Las cosas no son blancas ni negras, lo que reina es el gris. Los hombres, sus almas…, pasa lo mismo. Tú eres un alma gris, rematadamente gris, como todos nosotros…
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El retrato de Dorian Gray