Dentro de ella encontró la única patria donde quería quedarse y lucharía contra cualquiera que intentase separarlos.
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Dentro de ella encontró la única patria donde quería quedarse y lucharía contra cualquiera que intentase separarlos.
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Sonreír en medio de aquel beso que ya les estaba mezclando las almas consiguió que los dos respirasen un poco mejor.
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El día que los hombres actuasen con sentido común el mundo empezaría a ir bien, pensó mientras le daba las buenas noches y se iba a leer un rato. Esa noche estaba harta de intentar resolver misterios ajenos, bastante tenía con los propios.
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Richard le explicó que el caso de España era distinto, con una complejidad que todavía no se había resuelto; allí habían peleado hermanos contra hermanos, amigos que habían crecido juntos durante años se habían enfrentado en bandos opuestos y al final unos habían perdido y otros, ganado. Y el vencedor no estaba dispuesto a olvidarlo ni a perdonar y los perdedores tampoco. La convivencia era en ocasiones ficticia y por el momento la libertad tal como ellos la entendían, también.
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—¿Qué hemos hecho, miss? —Escribir canciones. —¿Solo eso? —De momento. |
No tenía miedo de Luis sino de sí misma, de las confusas emociones que se despertaban en su interior cada vez que pensaba que estos encuentros en la playa iban a llegar a su fin.
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Había situaciones en las que no se podía hacer nada excepto odiar al mundo lo que estaba sucediendo y buscar la manera de ayudar a las personas por las que sí quedaba esperanza. Era cruel e injusto y la pura verdad. Por esa verdad Cata amaba la medicina.
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-En esa época nadie que pusiera voz a esos ideales con tanta intensidad podía pasar desapercibido. No sé por qué se separaron, solo intuyo que no lo hicieron por voluntad propia. Miren, yo era la gobernanta del mejor hotel del pueblo. En el trabajo tenía que imponer autoridad, a pesar de que no era mucho mayor que mis compañeros, pero la noche de aquel concierto fui una chica más bailando al son de sus canciones. Durante unas horas nos olvidamos de todo a pesar de que la secreta estaba allí y seguro que no se perdería ningún detalle.
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Una oda de Friedrich Schiller se escucha al final de su última sinfonía cantada por un coro.