La primera imagen que vio fue la de unos prisioneros de un campo de concentración, no de los tiempos de Hitler, sino de hoy. En algún lugar del mundo que no se sabía cuál era, pues los rostros de los que sufren el horror son todos iguales.
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La primera imagen que vio fue la de unos prisioneros de un campo de concentración, no de los tiempos de Hitler, sino de hoy. En algún lugar del mundo que no se sabía cuál era, pues los rostros de los que sufren el horror son todos iguales.
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Ciertos críticos y catedráticos, o aspirantes a serlo, consideran las novelas de misterio un género menor hasta el punto de que en las historias de la literatura ni siquiera se las menciona.
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-¿Encontraste algo? -Disculpe, dottori, ¿Usted quiere que le hable con palabras técnicas o con palabras sencillas? -Sencillísimas, Catare. -Pues entonces le diré que en este ordenador no hay una mierda. |
Puede que hayamos cometido errores muy grandes, pero siempre hemos sabido que había una línea que no se tenía que traspasar. Nunca. Porque, si se traspasaba aquella línea, ya no había diferencia entre un hombre y una bestia.
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–¿Por dónde empezamos? –Por los viejecitos desaparecidos. El muerto ya está muerto y puede esperar. |
10 negritos