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Joaquín Jordá (Traductor)
ISBN : 8433914952
168 páginas
Editorial: Editorial Anagrama (30/11/-1)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 07 March 2023
Un libro hermoso, triste y merecedor de todos los lectores del mundo. Un libro culto y barroco, lírico y bello, exigente con el lector que, como yo, necesitará tener a mano un diccionario donde buscar esa palabra que descubrirá precisa y perfecta. El esfuerzo, no lo duden, será generosamente recompensado con el placer que emana de una escritura llena de imposibles y sugerentes comuniones de palabras (“Confieso que el primer capítulo que escribí fue como un juego serio: consistía en encontrar tramas plausibles entre 50 palabras elegidas de antemano por su timbre, color y carga expresiva”), con la expresión de una sincera y humana fragilidad, con la intensa alianza que estableceremos con unos seres dignos de piedad, nosotros mismos.

“Marta se soltó de mi brazo, caminó sola y decidida hasta un resto de muro, apoyó en él la espalda y me ordenó en silencio que la besara. Bebí, antes que sus labios, el tufo y el olor de su morbo, lo acogí dentro de mis pulmones con un júbilo y un grito silencioso, el mismo que acompaña, mientras cae, el puño del matricida. Y una voluntad de destruir, impía y alegre, me hormigueaba en las manos, mientras buscaba los salientes y las flacas dunas de sus miembros. La oía abrasarse y gemir contra mí. Como una gavilla que se consume sin llamas, por un fuego interior, y se retuerce humanamente en el aire.”

Leyendo la novela, es imposible no acordarse de esa magnífica Montaña mágica con la que comparte similar escenario y penas parejas.

“Solo yo soy de verdad y lo seré mientras viva. Vosotros, los demás, apenas sois sombras y ficciones que siento respirar y hablar a mi lado. Y la historia sólo os concierne a vosotros, yo no sé qué quiere decir. Entiéndeme: entro todos los miles de millones de siglos pasados y futuros yo no sé encontrar acontecimiento más importante que mi muerte. Y todas las carnicerías y derivas de continentes y estallidos de estrellas son únicamente cancioncillas y comedias en comparación con este minúsculo e irrepetible cataclismo, la muerte de Marta. Haría cualquier cosa por retrasarla un instante.”

Aunque aquí predomine la historia de amor y sus desarrollos estén ciertamente alejados, ambas novelas mantienen simbolismos y rasgos comunes, como no podía ser menos. En ambas historias encontramos al sanatorio refugio, frontera y recordatorio permanente, un mundo dentro de ese otro mundo, el de fuera, que se va haciendo cada vez más ajeno; los compañeros de infortunio y los lazos tan fuertes y al mismo tiempo tan leves que entre ellos se establecen; los diagnósticos, la muerte, propia y ajena, y las estrategias inútiles para disipar o reconducir el poder de su presencia. No por nada la elección del término “perorata”, discurso que en el fondo no sirve para nada, pues poco o nada se puede decir sobre el tema que realmente nos aproveche.

Entre otras posturas ante la muerte, como la inoportuna pérdida de la fe del capellán y el consiguiente nacimiento de la rabia o la del Coronel, quizás la respuesta más adecuada si somos capaces de ella, empeñado en mantener el orden en su vida como si la cercanía del enemigo no cambiara para nada la lucha, sobresalen otras dos que son encarnadas por los personajes principales de la novela.

Por un lado, tenemos al joven sin nombre que nos narra la historia desde su madurez. Su estrategia ante la cercana muerte consiste en una resignada huida de la realidad, en su negación, en conseguir hacerla menos real que los sueños, confinarla a una mera proveedora del combustible que pueda poner en marcha la imaginación que le alivie momentáneamente de la mortaja que cada vez le aprieta más.

Junto a él, la bailarina, que al peso de la enfermedad suma quizás la carga de un pasado culpable, Marta, incapaz de resignarse, la que corre tras la vida alejándose de ella, la muerta en vida incapaz de cualquier satisfacción, se entrega al juego de la vida y la muerte con la rabia y la desesperación del que se sabe derrotado de antemano.

“… sé que esparzo y contagio por todas partes la muerte, en las superficies de las paredes, en las servilletas, en los bordes del plato. A veces se me ocurre una idea: utilizar adrede dicho omnipotente poder de incubación y de siembra; me imagino entrando en una casa; y que sea un casa feliz; me imagino escupiendo cuidadosamente sobre las cuatro paredes de cada habitación, sobre una funda de almohada, sobre un biberón... Cada vez siento mayor curiosidad por mí misma.”

Ambos son jóvenes y podemos entender la novela como una historia de aprendizaje y no puede ser más revelador el destino que a cada uno de ellos le asigna el autor, siendo lo más reseñable, aparte del sentimiento de culpabilidad y deslealtad que embarga al autor, la sensación de pérdida que acaba arruinando su vida posterior. ¿Puede la muerte cercana conferir a la vida una intensidad tal que pueda llegar a vaciarla de sentido una vez conjurado el peligro? ¿La idea de la muerte nos hace madurar o es la madurez la que nos permite anticiparnos y prepararnos para la aniquilación? ¿Debe estar el hecho incuestionable de nuestra muerte presente durante toda nuestra vida? ¿Esa presencia temprana, no la modificaría, no la trastocaría ya para siempre y quizás no para bien? ¿Realmente la conciencia de esa muerte nos empujaría a una vida más intensa? ¿O esa conciencia solo sería un recuerdo constante del absurdo de la vida o, simplemente, nos haría imposible su pleno disfrute? ¿Puede sentirse añoranza de esas escaleras al patíbulo?

“Mañana me esperaban otros caminos. Fáciles, ruidosos, comunes. La fe a medias, las falsas banderas. Me resignaría a ello, ¿qué otra cosa podía hacer? Puesto que la seducción de la nada era inútil, repugnándole al corazón por tantos indicios dejarse persuadir por ella. Y ni la infelicidad, con su amarga miel, me servía ya.”
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Citas y frases (1) Añadir cita
Guille63Guille6309 March 2023
“Solo yo soy de verdad y lo seré mientras viva. Vosotros, los demás, apenas sois sombras y ficciones que siento respirar y hablar a mi lado. Y la historia sólo os concierne a vosotros, yo no sé qué quiere decir. Entiéndeme: entro todos los miles de millones de siglos pasados y futuros yo no sé encontrar acontecimiento más importante que mi muerte. Y todas las carnicerías y derivas de continentes y estallidos de estrellas son únicamente cancioncillas y comedias en comparación con este minúsculo e irrepetible cataclismo, la muerte de Marta. Haría cualquier cosa por retrasarla un instante.”
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