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ISBN : 8433966979
190 páginas
Editorial: Editorial Anagrama (30/11/-1)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 08 March 2023
En el párrafo inicial de esta hermosa novela, Bufalino deja bien a las claras sus intenciones, explica el título, define el tema y exhibe su estilo, un torrente léxico y lírico con el que un tal Gesualdo rememora, adorna y fantasea desde la vejez y la soledad de una habitación de hotel su único tiempo feliz:

“Perdida por timidez la ocasión de morir, un escritor infeliz decide curarse escribiendo un libro feliz. Pide su argumento, según costumbre, a los cien ojos de la memoria y a las lisonjas de la juventud. Ocurre, empero, que a medida que avanza el relato, y se adorna con fábulas, y hormiguea de luminarias, más surcos deja entre líneas al aliento negro del presente. al escritor no le resta sino diferir sine die la salud, satisfecho de haber sacado de la aventura alguna momentánea e ilusoria esperanza de amar la inverosímil vida.”

La prosa culta y barroca del autor está poblada de refinadas palabras, de innumerables referencias que no se apiadan de mi ignorancia ni de mi pereza ante el uso del diccionario sin que ello reste ni un ápice del placer que obtengo en su lectura. Una prosa que exige reposo y repasos continuos que recompensarán sobradamente al paciente lector que gozará así de la expresividad de sus imágenes, del ingenio en la combinación, no pocas veces insólita, de las palabras, que se deleitará con la sutileza e inteligencia de sus metáforas, con la sagacidad y cercanía de sus reflexiones nacidas de un variado origen que oscila entre la hipocondría de los sesenta años, de la inmediatez de la Última Audiencia sin estar en posesión de un alegato satisfactorio y la infame mirada de las muchachas que hace ya tiempo le relegaron a mueble que esquivar.

Comparado con su más famosa novela, “Perorata del apestado”, el tono es aquí más irónico, su prosa más cantarina y juguetona. Gesualdo, autor y personaje, construye aquí una “impostura, una bagatela cómica” sobre la memoria más o menos idealizada de sus amores y desamores en tiempos “en los que se bailaba a dos y se hablaba mucho bailando”. El objetivo, alejar “el ánimo de lo archinegro, del archicero, de la archinada” y disuadirse así de cortarse la muñeca “débilmente, cada cuatro meses”. Porque “no solo es hermoso vivir la vida, es casi tan hermoso fingir y mentirse vivirla”. O eso llega a expresar el personaje mientras piensa lo contrario, uno de esos duelos entre opuestos tan del gusto del autor que ni el título se vio privado de tan juguetona afición. Un juego de la memoria y de la literatura que busca menos rememorar que perpetuar y dar sentido; un juego en el que siempre pierde el mismo, porque, ya se sabe, “Las palabras no han bastado, no bastan”.

Cuenta Vila-Matas que Bufalino sufría el reconocimiento público como si fuera un baldón y que llegó a bautizar su tormento con el nombre de síndrome Wakefield en honor al personaje de Hawthorne. Pues bien, ahora que ya no estamos en situación de disgustar al maestro, ojalá este comentario ayude a difundir su palabra y a que más lectores hagan de esta experiencia lectora justa correspondencia de la experiencia prosista del autor:

“Se escribe para recordar, para ser recordado, para vencer la amnesia, el silencio, el agujero oscuro del tiempo. Se escribe también para no morir, para durar. Se escribe como medicina, para consolarse, para consolar. Para volver inofensivo al dolor. Se escribe para ser feliz, se escribe para testimoniar, para dejar testamento de uno. Se escribe para jugar. Se escribe para darle un sentido a la insensatez del mundo. Para evocar. Para bautizar las cosas, para prorrogar la vida, para persuadir, para seducir. Para profetizar. Para lavarse el corazón. Para conocerse, para saber quién somos.”

Muchas razones para escribir y aun así no queda agotado el catálogo, es más, echo en falta la que para mí es la única válida: se escribe porque no se puede hacer otra cosa.

Por último, no me resisto a terminar este comentario con un consejo vital del autor que, parafraseando el mandamiento Kantiano, dice así:

“Obra de tal modo que cada uno de tus actos sea digno de convertirse en un recuerdo.”
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Citas y frases (1) Añadir cita
Guille63Guille6312 March 2023
“Obra de tal modo que cada uno de tus actos sea digno de convertirse en un recuerdo”
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