“Es absurdo desear ser bella. Las personas inteligentes nunca lo desean para sí mismas, ni se preocupan de la belleza de los demás. Una mente bien cultivada y un corazón bien dispuesto nunca se interesa por el aspecto externo.”
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“Es absurdo desear ser bella. Las personas inteligentes nunca lo desean para sí mismas, ni se preocupan de la belleza de los demás. Una mente bien cultivada y un corazón bien dispuesto nunca se interesa por el aspecto externo.”
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“Instintivamente nos sentimos inclinados a amar lo que nos proporciona placer, y ¿qué mayor placer que el de una cara bonita, al menos cuando no sabemos nada del daño que quien la posee puede hacernos?”
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Si la felicidad en este mundo no ha de ser para mí, me esforzaré por lograr el bienestar de los que me rodean, y mi recompensa llegará en la otra vida.
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Si realmente él nunca podría amarme y yo nunca iba a volver a verlo, si me iba a ser negado contribuir a su felicidad y saborear las alegrías del amor, de bendecir y ser bendecida, entonces la vida sería una carga
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Me sería tan difícil arrepentirme de las horas, días, años de felicidad que hemos pasado juntos, y que ninguno de los dos hubiese tenido sin el otro, como del privilegio de haberle cuidado durante la enfermedad y consolado en sus aflicciones.
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No es que yo sea superior a las demás, pero estaba hecha para él, y él para mí
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Es tonto desear la belleza. Las personas sensatas nunca la desean para sí ni le dan importancia en los demás. Si la mente está bien cultivada y el corazón bien dispuesto, a nadie le importa el exterior. Eso decían los profesores de nuestra infancia, y eso decimos nosotros a los niños de hoy. Todo muy juicioso y correcto, sin duda, pero ¿la experiencia apoya tales afirmaciones?
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¡Oh, cómo me irrita! ¡Pensar que pudiera ser tan tonta como para enamorarme! Es impropio de una mujer hacer tal cosa. ¡El amor! ¡Detesto la palabra!
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El corazón humano es como el caucho: se hincha muy fácilmente pero es muy difícil hacerlo estallar. Si «poco más que nada» lo altera, «poco menos que todo bastará» para romperlo. Como en las partes externas de nuestro cuerpo existe un poder inherente que lo fortalece contra la violencia externa. Cada golpe que lo hace tambalear servirá para endurecerlo contra un golpe futuro, igual que la piel de la mano se hace más gruesa y los músculos se vigorizan con el trabajo constante, en vez de debilitarse, por lo que un día de arduo trabajo que podría desollarle la palma a una dama no haría mella en la de un robusto labrador.
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«una respuesta blanda calma la ira; pero una palabra áspera enciende la cólera». No solo en los demás, sino en ti también.
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¿Quién escribió «Agnes Grey»?