Buscaba un thriller que me hiciera pasar un buen rato, que se leyera bien y no fuese demasiado largo. Ha cumplido con su objetivo. Audra es una madre que huye de Nueva York, dejando atrás una relación tormentosa con su marido. En el coche viajan con ella sus dos hijos, Sean y Louis. Durante el trayecto un agente le da el alto y la detienen por posesión de drogas. Ella alega que no son suyas... Pero es detenida igual. Una vez en el calabozo le pregunta al agente por sus hijos. "¿Qué hijos?", le contesta. Así arranca la historia. Una búsqueda de dos niños que han desaparecido y nadie sabe qué ha pasado con ellos. La poca información que ofrece Audra es en vano. Nadie la cree. Capítulos cortos y ritmo ágil hasta completar las 300 páginas. Lo recomiendo pasar salir de un bloqueo lector, parar leerlo cuando se buscan lecturas que no sean pesadas o en épocas más ajetreadas en las que no se tiene demasiado tiempo para leer. |