Un océano para llegar a ti

Es complicado no cuestionar o juzgar los errores de otros.

Las mentiras no traen nunca nada bueno y los errores no pueden borrarse aunque lo desees.

El silencio puede llegar a ser el arma más poderosa y destructiva.

Vivimos sin saber que nuestros traumas gobiernan nuestra vida.

Es tanta la fragilidad de quien ha perdido a sus referentes de un plumazo...

¿Por qué necesitamos hacer cómplices a los demás de nuestros errores?

Cuando las verdades que han estado toda una vida enterradas salen a la luz, las consecuencias llegan como un tsunami y son incalculables y devastadoras.

Puede que no llegues a perdonarme nunca, pero no encontré el coraje para decírtelo en vida.

A veces el rencor y la dificultad de perdonar a los nuestros por sus errores nos convierten en seres despiadados.

Todos buscamos recuperar a nuestros muertos o, por lo menos, sentir su presencia.